Buenos
días mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo
para ti, la carta número 3355.
Pero
antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA
PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL
ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.
Gracias
por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo
día, gracias por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo
con todas las fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo,
te amo, mi amor.
Y
para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón
por todos los pecados que he cometido hasta hoy.
Y
también quiero suplicarte que, si mes esa tu santísima voluntad, además de
llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a
todos nosotros larga vida y salud, fisica, mental y espiritual. Te lo suplico
por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.
Dios
de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma,
hoy quiero dedicar esta carta para pedirte perdón. Dios de mi vida, en algunas
ocasiones yo te he pedido perdón por las cosas que hice mal y que he olvidado.
Hoy yo quiero que sepas que, aunque las haya olvidado, yo me arrepiento de todo
corazón por esas cosas, porque se que tú eres el único que las sabe, aunque yo
ya no las recuerdo. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado
padre celestial.
Dios
de mi amor, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me
perdones por las cosas que hice mal cuando era una niña. De las pocas cosas que
yo recuerdo es de como me sentía, yo era tan acomplejada, me sentía tan fea,
tan flaca, tan despreciada por toda mi familia, que me llene de rencor y me
aleje aun siendo una niña. Recuerdo que me sumí en mi propio mundo. Fue una
época triste para mí, porque lamentablemente no me di el tiempo para conocerte
a ti, no sabía que tu mi amadísimo señor Jesucristo vivías dentro de mi corazón
desde el día en el que me permitiste nacer. Si lo hubiera sabido mi vida
hubiera sido muy diferente. Pero como el hubiera no existe, el desconocimiento
no me exime de mi responsabilidad y esa es la razón por la cual yo hoy te
suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por todos
mis errores pasados, por los que cometí cuando era apenas una niña. Te suplico
que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.
Dios
de mi cielo, uno de los pecados que recuerdo fue cuando le robe una moneda de
25 centavos a mi hermano mayor para comprar unos pandequesos pequeños que me
gustaban demasiado. No conocía los mandamientos, pero con el tiempo supe que no
robar era uno de los 10 mandamientos. Me arrepiento de todo corazón por las
veces que tome algo que no era mio. Te suplico que, si es esa tu santísima
voluntad, por favor me perdones por haber faltado a ese tu séptimo mandamiento.
Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial. Dios
de mi corazón, yo me arrepiento de todo corazón por no haber honrado tu nombre
suficientemente, porque durante mucho tiempo no te ame por encima de todas las
cosas. Te suplico que me perdones por haber faltado a tu primer mandamiento. Te
suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.
Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Gracias pro tanto amor. Hasta mañana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario