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miércoles, 26 de junio de 2024

MI CARTA TRES MIL TRESCIENTOS CINCUENTA Y CINCO A DIOS

 


Buenos días mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 3355.

Pero antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.

Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo, mi amor.

Y para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy.

Y también quiero suplicarte que, si mes esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros larga vida y salud, fisica, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar esta carta para pedirte perdón. Dios de mi vida, en algunas ocasiones yo te he pedido perdón por las cosas que hice mal y que he olvidado. Hoy yo quiero que sepas que, aunque las haya olvidado, yo me arrepiento de todo corazón por esas cosas, porque se que tú eres el único que las sabe, aunque yo ya no las recuerdo. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Dios de mi amor, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por las cosas que hice mal cuando era una niña. De las pocas cosas que yo recuerdo es de como me sentía, yo era tan acomplejada, me sentía tan fea, tan flaca, tan despreciada por toda mi familia, que me llene de rencor y me aleje aun siendo una niña. Recuerdo que me sumí en mi propio mundo. Fue una época triste para mí, porque lamentablemente no me di el tiempo para conocerte a ti, no sabía que tu mi amadísimo señor Jesucristo vivías dentro de mi corazón desde el día en el que me permitiste nacer. Si lo hubiera sabido mi vida hubiera sido muy diferente. Pero como el hubiera no existe, el desconocimiento no me exime de mi responsabilidad y esa es la razón por la cual yo hoy te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por todos mis errores pasados, por los que cometí cuando era apenas una niña. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Dios de mi cielo, uno de los pecados que recuerdo fue cuando le robe una moneda de 25 centavos a mi hermano mayor para comprar unos pandequesos pequeños que me gustaban demasiado. No conocía los mandamientos, pero con el tiempo supe que no robar era uno de los 10 mandamientos. Me arrepiento de todo corazón por las veces que tome algo que no era mio. Te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por haber faltado a ese tu séptimo mandamiento. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial. Dios de mi corazón, yo me arrepiento de todo corazón por no haber honrado tu nombre suficientemente, porque durante mucho tiempo no te ame por encima de todas las cosas. Te suplico que me perdones por haber faltado a tu primer mandamiento. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Gracias pro tanto amor. Hasta mañana.

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