Buenos días mi
Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti,
la carta número 3210.
Pero antes que
nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA
DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR
DE SER LLAMADA HIJA TUYA.
Gracias por la
vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias
por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las
fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo, mi
amor.
Y para cumplir
con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los
pecados que he cometido hasta hoy.
Y también quiero
suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros
corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros larga
vida y salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias,
mi adorado padre celestial.
Dios de mi
vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy
quiero dedicar esta carta para pedirte perdón. Dios de mi vida, yo te suplico
que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por darle mas
importancia a las personas, a lo que dicen de mí, a lo que hacen y a lo que
piensan que a darle cumplimento a todas las promesas que yo te hago a ti mi amadísimo
señor Jesucristo. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado
padre celestial.
Dios de mi
amor, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones
por caer en la desesperación humana de no saber que hacer para cambiar las situaciones
que están mal en mi vida, en lugar de conservar la fe y esperar hasta que tu
cambies esas situaciones cuando sea tu santísima voluntad. Te suplico que me
perdones por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.
Dios de mi
cielo, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me
perdones por los miedos que tengo, por el temor de todo, por el miedo a la
muerte, por el miedo a irme de este mundo sin pena ni gloria, el miedo a no poder
conseguir un empleo que dignifique mi humanidad ante mi mismo, el temor a
continuar dependiendo al 100 por ciento y de terminar mis días en esta
constante humillación. Te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por
favor me perdones por dejarme llevar por el miedo en lugar de por mi fe en ti.
Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.
Dios de mi corazón,
yo te suplico con todo mi corazón que, si es esa tu santísima voluntad, por
favor me perdones porque hasta el día de hoy, no he sido capaz de pasar la
prueba de recibir ofensas, quedarme callada, no comenzar una pelea o no caer
ante las provocaciones para seguir peleando, por amor a ti. Te suplico que me
perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.
Te amo mi Diosito
adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario