PAGINA PRINCIPAL

domingo, 28 de enero de 2024

MI CARTA TRES MIL DOSCIENTOS CINCO A DIOS

 


Buenas tardes mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 3205.

Pero antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.

Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo, mi amor.

Y para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy.

Y también quiero suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros larga vida y salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar esta carta para decirte tantas cosas. Dios de mi vida, esta semana mientras estaba sumida en mis pensamientos, recordé algunas de las cosas que yo hice cuando era joven para alimentar a mis hijos. Son cosas de las que me arrepentí toda la vida y por las que hoy te suplico nuevamente que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones. Esos recuerdos me hicieron pensar que, en mi afán por salir a conseguir el dinero para el sustento de mis hijos, yo cometí muchos errores y deje a mis hijos al cuidado de personas que no los cuidaban bien, al contrario, les hicieron daño. Tu eres el único que sabe la tristeza que me produce recordar que tal vez fueron esas cosas las que se quedaron en la mente de mis hijos y que quizá esa sea la causa de su odio hacia mí.

Oh, mi adorado padre celestial, si no fuera por ti, yo no sería capaz de vivir con esta tristeza, pero me consuela el hecho de saber que tu me perdonaste y me has dado la oportunidad de seguir viviendo y que, si es esa tu santísima voluntad, un día mi hijo menor también me perdonará y recordará cuanto yo lo amo, gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo.

Dios de mi amor, yo sé que quizá nunca aprendí a ser buena administradora de los bienes económicos que tu me has regalado, hasta el punto de que ahora estoy en la quiebra. Es por lo que hoy quiero suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad por favor me des la oportunidad de tener de nuevo en mis manos el sustento derivado de mi propio trabajo. Yo te prometo valorarlo, cuidarlo y mantenerlo. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi cielo, yo se que como ser humano ante los demás seres humanos, yo no sirvo para nada, no aporto nada y no le hago falta a nadie, pero también sé que, como hija tuya, yo soy para ti un tesoro, que tu me amas y me cuidas como a una joya y que tu amor y tu divina presencia dentro de mi corazón es lo que me da mi verdadero valor. Yo te agradezco con todo mi corazón porque a pesar de no servirle para nada a los humanos, tu me haces sentir extraordinariamente especial. Te lo agradezco por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario