PAGINA PRINCIPAL

domingo, 9 de abril de 2023

MI CARTA DOS MIL NOVECIENTOS ONCE A DIOS



Buenos días mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 2910.

Pero antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.

Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo mi amor.

Y para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy. 

Y también quiero suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros, larga vida y salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar esta carta para decirte tantas cosas. Te digo todo esto por tu inmenso amor mi adorado padre celestial. Dios de mi vida, anoche mientras lloraba después de la pelea que tuve con mi esposo, esa pelea que me trajo de nuevo hasta mi triste realidad, me di cuenta de que, en verdad, lo único que yo hice en esta vida fue perder ese valioso tiempo que tu mi amadísimo señor Jesucristo, me has regalado. 

Y es que a mis 58 años, aún sigo siendo una rémora mantenida que no vale nada, que no aporta nada, que depende de otros hasta para tomarse un helado, Ayer mientras peleábamos por dinero, escuchaba los gritos de mi esposo diciendo que me dio la oportunidad de manejar el dinero y que ahora él lo iba a manejar y que lo que necesite se lo tengo que pedir, me di cuenta de que es la verdad, es su dinero, él se lo gana y él lo tiene que manejar, pero además, me di cuenta de que yo no tengo mi propio dinero, que no puedo disponer de nada porque nada tengo y lo que es peor que se me esta llenado la vida en esta pobreza que hace que tenga que ser humillada, todos los días, cada día, hasta por lo mínimo.

Dios de mi amor, esta es una realidad que me hace sentir miserable, una realidad que me hace sentir triste, una realidad a que me lastima, sobre todo porque se, que esta realidad en la que yo vivo es única y exclusivamente, mi culpa. Yo he desperdiciado todo en mi vida, las oportunidades laborales, las bendiciones que me has dado al hacerme una persona inteligente, los conocimientos que tengo, por vivir al lado de las personas que se dedican a hacerme daño porque yo se los permito.

Yo soy la culpable por no haberme aguantado en los trabajos, por no tener el don de la humildad y porque nunca supe poner mi otra mejilla por amor a ti. Soy culpable porque siempre estuve pensando más en las personas que en mis responsabilidades. Soy culpable por no aguantar nada de nadie y por ponerme a pelear con todo el mundo exigiendo unos derechos que en realidad no tenía. Mi falta de humildad me trajo aquí y espero en ti que no sea demasiado tarde para cambiar eso y para poder conseguir un empleo que dignifique mi vida antes de mi muerte.

Oh, mi adorado padre celestial, yo quiero suplicarte con todo mi corazón que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por no saber vivir y te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me abras las puertas para poder cambiar mi situación. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Hoy asumo las consecuencias de mis actos pasados, esas consecuencias de recibir el desprecio de mis hijos y las humillaciones, gritos y maltratos constantes de mi esposo, por mi absurda manera de ser y te agradezco con todo mi corazón, porque puedo resistir hasta las cosas más horribles gracias a tu inmenso amor.

Dios de mi cielo, también quiero que sepas que no importa si no tengo dinero, si ningún ser humano me ama, incluyendo a mis hijos, si recibo el desprecio de todos los que me odian, mi corazón y mi alma estarán siempre felices, porque tengo la grandeza de tu inmenso amor. Gracias por amarme tanto. Te suplico con todo mi corazón que, si es tu santísima voluntad, por favor nunca me quites tu amor. Sin ti no vivo. Te lo suplico por tu inmenso amor mi adorado padre celestial. Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario