Buenos días mi
Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti,
la carta número 2910.
Pero antes que nada quiero
decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI
CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER
LLAMADA HIJA TUYA.
Gracias por la vida, gracias
por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo
mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de
mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo mi amor.
Y para cumplir con una de las
tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he
cometido hasta hoy.
Y también quiero suplicarte
que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con
tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros, larga vida y
salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu inmenso amor mi
adorado padre celestial.
Dios de mi vida, Dios de mi
amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar
esta carta para decirte tantas cosas. Te digo todo esto por tu inmenso amor mi
adorado padre celestial. Dios de mi vida, anoche mientras lloraba después de la
pelea que tuve con mi esposo, esa pelea que me trajo de nuevo hasta mi triste
realidad, me di cuenta de que, en verdad, lo único que yo hice en esta vida fue
perder ese valioso tiempo que tu mi amadísimo señor Jesucristo, me has
regalado.
Y es que a mis 58 años, aún
sigo siendo una rémora mantenida que no vale nada, que no aporta nada, que
depende de otros hasta para tomarse un helado, Ayer mientras peleábamos por
dinero, escuchaba los gritos de mi esposo diciendo que me dio la oportunidad de
manejar el dinero y que ahora él lo iba a manejar y que lo que necesite se lo
tengo que pedir, me di cuenta de que es la verdad, es su dinero, él se lo gana
y él lo tiene que manejar, pero además, me di cuenta de que yo no tengo mi
propio dinero, que no puedo disponer de nada porque nada tengo y lo que es peor
que se me esta llenado la vida en esta pobreza que hace que tenga que ser
humillada, todos los días, cada día, hasta por lo mínimo.
Dios de mi amor, esta es una
realidad que me hace sentir miserable, una realidad que me hace sentir triste,
una realidad a que me lastima, sobre todo porque se, que esta realidad en la
que yo vivo es única y exclusivamente, mi culpa. Yo he desperdiciado todo en mi
vida, las oportunidades laborales, las bendiciones que me has dado al hacerme
una persona inteligente, los conocimientos que tengo, por vivir al lado de las personas
que se dedican a hacerme daño porque yo se los permito.
Yo soy la culpable por no
haberme aguantado en los trabajos, por no tener el don de la humildad y porque
nunca supe poner mi otra mejilla por amor a ti. Soy culpable porque siempre
estuve pensando más en las personas que en mis responsabilidades. Soy culpable
por no aguantar nada de nadie y por ponerme a pelear con todo el mundo
exigiendo unos derechos que en realidad no tenía. Mi falta de humildad me trajo
aquí y espero en ti que no sea demasiado tarde para cambiar eso y para poder
conseguir un empleo que dignifique mi vida antes de mi muerte.
Oh, mi adorado padre celestial,
yo quiero suplicarte con todo mi corazón que, si es esa tu santísima voluntad,
por favor me perdones por no saber vivir y te suplico que, si es esa tu
santísima voluntad, por favor me abras las puertas para poder cambiar mi
situación. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre
celestial.
Hoy asumo las consecuencias de
mis actos pasados, esas consecuencias de recibir el desprecio de mis hijos y
las humillaciones, gritos y maltratos constantes de mi esposo, por mi absurda
manera de ser y te agradezco con todo mi corazón, porque puedo resistir hasta
las cosas más horribles gracias a tu inmenso amor.
Dios de mi cielo, también
quiero que sepas que no importa si no tengo dinero, si ningún ser humano me
ama, incluyendo a mis hijos, si recibo el desprecio de todos los que me odian,
mi corazón y mi alma estarán siempre felices, porque tengo la grandeza de tu
inmenso amor. Gracias por amarme tanto. Te suplico con todo mi corazón que, si
es tu santísima voluntad, por favor nunca me quites tu amor. Sin ti no vivo. Te
lo suplico por tu inmenso amor mi adorado padre celestial. Te amo mi Diosito
adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario