Buenos días mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 2801.
Pero
antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA
PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL
ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.
Gracias
por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día,
gracias por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con
todas las fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te
amo, mi amor.
Y
para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por
todos los pecados que he cometido hasta hoy.
Y también
quiero suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar
nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros
larga vida y salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te
doy gracias, mi adorado padre celestial.
Dios
de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma,
hoy quiero dedicar esta carta para decirte tantas cosas. Dios de mi vida, este
año ha sido un año difícil para mí, pero hubiera sido más difícil, casi
imposible de tolerar, si no fuera porque gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor
Jesucristo, yo tengo la fortuna de estar completamente bendecida por tu inmenso
amor. Oh, mi adorado Dios del cielo, te juro que sin ti yo no sería capaz de
enfrentarme a esta situación sin volverme loca.
Dios
de mi amor, yo te agradezco con el alma por sostener mi vida, por hacerme
fuerte, por recibir sobre tus hombros todo el peso de mis preocupaciones
humanas para que yo pueda seguir adelante. Te lo agradezco por tu inmenso amor
mi adorado padre celestial.
Y
es que me costó demasiado tiempo, energía y valor, enfrentarme al odio de mi
hijo menor, aceptarlo y vivir con ese odio todos los días. Entender que ese
odio es mi culpa y que esa es la manera de purgar todos mis pecados y mis
equivocaciones humanas, aun me cuesta mucho, pero saber que tu mi amadísimo señor
Jesucristo si me has perdonado es lo que me ayuda a seguir a pesar de que los
humanos nunca me perdonarán.
Hoy
me enfrento a una nueva situación, porque además del desprecio de mi hijo, debo
entender que a pesar de creer que soy una buena esposa y mujer, mi esposo no es
feliz a mi lado y debo dejarlo para que siga su camino y para que encuentre la
felicidad en el lugar que él quiera.
Tal vezes lo que debo hacer, a partir de este momento, comenzar a pensar en otros en
lugar de pensar en mí y dejar ir para que las personas ya no sufran más a mi
lado. Quizá esa es la enseñanza que tu mi Diosito adorado quieres que yo tenga,
que yo asuma y que yo ponga en práctica. En verdad quiero cumplirte a ti con la
promesa de ya no pelear con nadie y debo entender que yo tengo que asumir la
responsabilidad de mi propia vida y la responsabilidad de mis hijos, que no es
responsabilidad de mi esposo y por eso él se lamenta. Se que él tiene la razón,
que siempre está sin dinero y que yo no he sido una buena Administradora.
Dios
de mi cielo, de verdad ya no quiero que mi esposo se sienta mal, que siempre se
esté quejando porque no tiene dinero, porque es mucha la responsabilidad,
porque me ayuda con mis hijos, porque el dinero no le alcanza y porque él no lo
puede administrar.
De
verdad que no me siento bien sabiendo que le hago la vida tan mala a alguien
que quizá solo está conmigo porque necesita algo de mí.
Es
por lo que hoy quiero suplicarte oh, mi amadísimo señor Jesucristo que, si es
esa tu santísima voluntad, por favor me permitas conseguir un empleo que me
ayude a independizarme, me permitas irme y dejar tranquilo a mi esposo para que
sea feliz y me permitas pensar en otros más que en mi para cumplir con la misión
que tú me has encomendado. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi
adorado padre celestial.
Dios
de mi corazón, en tus manos encomiendo todas las decisiones que debo tomar, las
acciones que debo tener y las palabras que debo decir a partir de estos
momentos, para que esas decisiones, esas acciones y esas palabras estén encaminadas
a adorarte a ti y no a lastimar a nadie más. Te lo suplico por tu amor y te doy
gracias, mi adorado padre celestial. Dios de mi alma, yo te suplico que, si es
esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por todos los errores que cometí
y que me han llevado hasta este punto de mi vida. Te lo suplico por tu amor y
te doy gracias, mi adorado padre celestial.
Te
amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.
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