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sábado, 26 de noviembre de 2022

MI CARTA DOS MIL SETECIENTOS SETENTA Y SIETE A DIOS



Buenas tardes mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, escribiendo para ti, la carta número 2777.

Pero antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.

Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo, mi amor.

Y para cumplir con una de las promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy.

Y también quiero suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros larga vida y salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar esta carta para poner en tus sagradas manos el destino de todas nuestras peticiones. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial. Dios de mi vida, en tus manos encomiendo mi fe y te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor la bendigas con tu amor, compañía y protección para que esta fe que tú me regalaste nunca se pierda y se haga más fuerte y ciega a cada instante gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi amor, como tú sabes, mi hijo menor no me ha respondido ni a las llamadas ni a los mensajes en el día de hoy, es algo que ya no ocurría y es por lo que mi corazón y mi mente se preocupan de que algo malo le puede estar pasando. Sin embargo, gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo, ahora no caigo en la desesperación ni en el miedo, gracias al don de la fe que tu mi adorado padre celestial me has regalado.

Es solamente gracias a esa fe que yo sé que mi hijo está bien, aunque no hable con él, aunque me ignore, aunque no le preocupe saber que yo siempre me preocupo por él.

Gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo que me has permitido saber que lo vieron salir esta mañana para que esta espera sea más llevadera. Y es que gracias a la fe que me regalaste yo sé que basta con pedirte que despejes todas mis dudas para que tú me respondas de inmediato.

Quiero que sepas que seguiré aferrada a mi fe en ti, seguiré viviendo de la fe y en honor a esa fe voy a esperar hasta que sea tu santísima voluntad que mi hijo se comunique conmigo sin ponerme a llorar y sin caer en la desesperación, gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo. Dios de mi cielo, en tus manos encomiendo esta espera y te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor la bendigas con tu amor, compañía y protección, para que la práctica de mi fe en el día de hoy tenga éxito gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.

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