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viernes, 4 de noviembre de 2022

MI CARTA DOS MIL SETECIENTOS CINCUENTA Y CINCO A DIOS



Buenas noches mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 2755.

Pero antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.

Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón. Te amo, te amo, te amo, mi amor.

Y para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy.

Y también quiero suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros larga vida y salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar esta carta para poner en tus sagradas manos el destino de todas nuestras peticiones, te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial. Dios de mi vida, en tus manos encomiendo mi fe en ti y te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor la sigas bendiciendo con tu amor, compañía y protección, en este momento, esta noche, mañana, los días siguientes, los meses venideros, los años que vienen, por siempre y para siempre. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi amor, yo quiero detenerme en este punto para decirte gracias, por bendecirme con el don de la fe. Es esa fe que me regalas la que me permite saber que tu estas en completo control de todos los problemas, de todas las circunstancias, de todas las acciones de tus hijos alrededor del mundo entero y que nada se mueve sin que sea tu santísima voluntad. Te lo agradezco por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Dios de mi cielo, en tus manos encomiendo la práctica de mi fe en ti y te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor la bendigas con tu amor, compañía y protección por siempre y para siempre para que esa práctica de mi fe nunca se pierda y sea de la manera que tu mi Diosito adorado decidas. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi corazón, yo he recibido de tus sagradas manos tantos y tan enormes milagros que no tengo como pagarte y quiero que sepas que el que me hayas bendecido con el don de la fe es otro de esos enormes milagros, porque has permitido que mi fe en ti se fortalezca más ahora cuando más la necesito. Si no fuera por esa bendición que me has dado yo no hubiera sido capaz de superar ni de resistir esta situación con mi hijo menor, porque como ser humano no entiendo por qué mi hijo no quiere salir de las drogas, pero como hija tuya, practicante de la fe, estoy convencida de que tú lo sacarás de ahí, aunque él no quiera. Te lo agradezco por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.

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