Buenas tardes
mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para
ti, la carta número 2.883.
Pero antes que nada quiero
decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI
CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER
LLAMADA HIJA TUYA.
Gracias por la vida, gracias
por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo
mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de
mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo mi amor.
Y para cumplir con una de las
tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he
cometido hasta hoy.
Y también quiero suplicar te
que, si es esa tu Santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con
tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros, larga vida y
salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias,
mi adorado padre celestial.
Dios de mi vida, Dios de mi
amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar
esta carta para pedirte perdón. Dios de mi vida, yo te suplico que, si es esa
tu Santísima voluntad, por favor me perdones por quedarte mal una vez
más. Por no haber sido capaz de superar esta prueba que me pusiste y
enfrascarme de nuevo en una absurda discusión que como siempre, perdí. Y
pierdo porque dejándome llevar por mi lado humano, te quedo mal a ti. Te
suplico que, si es esa tu Santísima voluntad, por favor me perdones hoy, me
perdones mañana y me perdones siempre que te quede mal. Te lo suplico por tu
amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.
Dios de mi amor, yo te suplico
que, si es esa tu Santísima voluntad, por favor me perdones por darle tanta
importancia al hecho de que mi esposo se solidarice con su amigo en lugar de
conmigo. Por enojarme por no recibir el respeto y el amor que creo merecer de
los hombres, cuando debería ser absolutamente feliz por recibir tu inmenso
amor. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre
celestial.
Dios de mi
cielo, yo te suplico con todo mi corazón que, si es esa tu santísima voluntad,
por favor me perdones por haberme vendido toda mi vida. Me vendí por un plato
de comida para mí y para mis hijos, me vendí por un techo sobre mi cabeza. Vendí
mi dignidad de mujer, mis palabras, mis pensamientos, hasta la expresión de mis
ideas por temor a perder a la persona que me mantiene.
Me vendí por
miedo a no ser capaz de mantenerme a mí misma ni a mis hijos y es el hecho de
haberme vendido el que me tiene ahora a mis casi 60 años como una rémora mantenida
que tiene que permitir que le griten y la amenacen todos los días porque no
puede valerse por sí misma. Te suplico que, si es esa tu santísima voluntad,
por favor me perdones por haber sido tan poquita, por no haber tomado el valor
que me da saber que soy tu hija y que tu mi amadísimo señor Jesucristo me amas
como nadie, para salir en busca de ese trabajo que me de la independencia que
necesito para ya no venderme más. Te suplico que me perdones por tu inmenso
amor mi adorado padre celestial.
Te suplico que me perdones por
favor y te prometo que, a partir de este momento yo voy a cambiar de verdad. Te
lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.
Te amo mi Diosito
adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario