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domingo, 22 de enero de 2023

MI CARTA DOS MIL OCHOCIENTOS TREINTA Y CUATRO A DIOS



Buenos días mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, uní gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 2.834.

Pero antes que nada quiero decirte gracias, que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.

Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo mi corazón. Gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo mi amor.

Y para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy.

Y también quiero suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros, larga vida y salud, salud, física, mental y espiritual, te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar esta carta para pedirte perdón. Dios de mi vida, yo te suplico con todo mi corazón que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por entrar de nuevo en el juego de las discusiones. Que por favor me perdones por enojarme tanto cada que recibo críticas a mi persona, que por favor me perdones por fallarte tanto en el punto de quedarme callada y no devolver las ofensas. Yo sé que me falta humildad y que no he sido capaz de poner la otra mejilla en honor a ti, a pesar de que eso sería nada, comparado con todo lo que recibo de tus sagradas manos. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Dios de mi amor, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por dejarme llevar de nuevo por la desesperación cuando siento que mi hijo está mal, olvidando que te prometí vivir en la fe y no en el miedo y olvidando que, a pesar de todos mis temores, yo sé que tu mi amadísimo señor Jesucristo estas en completo control de todo y de todos. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Dios de mi cielo, yo te suplico con todo mi corazón que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por no haber aprendido a cuidar de mi salud, por seguir comiendo lo que sé que me hace daño, por tener mi mente tan distraída y por perder tanto tiempo en estupideces. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Dios de mi corazón, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por ser un completo fracaso en todo, no consigo empleo, no tengo dinero, estoy llena de deudas, no sé cómo comunicarme con mi hijo, no sé cómo ayudarlo verdaderamente, no se expresarme, no tengo la capacidad de comunicar todo lo que quiero decir y no sirvo para nada. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Dios de mi alma, pero por sobre todas las cosas del mundo yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, yo te suplico que me perdones por ponerme triste por todas mis falencias humanas, ya que yo sé, que mientras menos le sirvo a los hombres, tu mi amadísimo señor Jesucristo, más me amas. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.

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