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miércoles, 14 de diciembre de 2022

MI CARTA DOS MIL SETECIENTOS NOVENTA Y CINCO A DIOS



Buenos días mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 2795.

Pero antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.

Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo mi amor.

Y para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy.

Y también quiero suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros larga vida y salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar esta carta para poner en tus sagradas manos el destino de todas nuestras peticiones. Dios de mi vida, en tus manos encomiendo mi aceptación a todas las cosas que me angustian en este momento y te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor la bendigas con tu amor, compañía y protección, para que esta aceptación sea real y duradera, gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi amor, sino fuera por ti y por el inmenso amor que recibo de ti desde mi corazón, yo no sería capaz de aceptar que las consecuencias de mis actos y de las palabras que dije en el pasado serian tan terribles y dolorosas.  Y si no fuera por ti, mi amadísimo señor Jesucristo, yo no sería capaz de resistir el dolor que me producen esas consecuencias.

Y es que tu benevolencia para conmigo es tan extraordinariamente grande e inmensa que me permites seguir viviendo y luchando y me llenas del amor que necesito para resistirlo todo.

Como ser humano hoy me siento totalmente perdida, devastada y dolida, pero como hija tuya estoy llena de esperanza y de fe.

Y es esa fe en ti mi amadísimo señor Jesucristo, la que me permite saber que aun sin el amor de mis hijos yo seguiré adelante y que, aunque mis hijos no me amen o me desprecien, ellos estarán muy bien y podrán salir adelante, porque tu estas ahí con ellos para ayudarlos.

Dios de mi cielo, el escuchar de mis hijos sus múltiples razones para estar completamente decepcionados de mí, los sentimientos de dolor a los que los sometí cuando eran niños por diversas razones, incluso el que me reclamen por cosas que yo desconozco totalmente, cosas de las que ni siquiera me di cuenta de que ellos tuvieron que pasar por estar distraída en otras cosas, por vivir como no debí y por descuidarlos tanto, me ha partido el alma. Tu eres el único que si sabe cuántas lagrimas me ha costado la situación de mi hijo y todos los reclamos que me hace y de las cosas que le pasan y que el me hace responsable.

Dios de mi corazón, en tus manos encomiendo todo este dolor que siento y te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me permitas soportarlo, tolerarlo, dejarlo atrás y superarlo gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.

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