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domingo, 6 de noviembre de 2022

MI CARTA DOS MIL SETECIENTOS CINCUENTA Y SIETE A DIOS


Buenas tardes mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 2.757.

Pero antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA. 

Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo, mi corazón.  Gracias, gracias, gracias, mi amor. 

Y para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy. 

Y también quiero suplicarte que, si es esa tu Santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros, larga vida y salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial. 

Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar esta carta para decirte tantas cosas. Dios de mi vida, aquí sentada dentro de este carro con el que tu bendices este hogar, que gracias a ti y solo a ti nos brinda el sustento para nuestras familias, quiero que sepas cuanto yo te amo y cuan enormemente agradecida estoy por tanto amor recibido de ti mi amadísimo Señor Jesucristo.  Quieto agradecerte por permitirme disfrutar de esta vista maravillosa con el hermoso cielo de fondo. Quiero agradecerte porque más allá de lo que pueden ver mis ojos, gracias a ti, mi alma se siente llena de dicha al visualizar el resplandor que sobresale de entre las nubes grises.

Y es que así es esta vida maravillosa con la que tú nos bendices cada día, llena de colores y matices brillantes que combaten a la oscuridad gracias a ti y solo a ti mi amadísimo Señor Jesucristo. 

Gracias oh, mi adorado padre celestial por esos árboles a los cuales se les están cayendo las hojas, que tienen esa preciosa metamorfosis de colores, que cambian del verde, al amarillo, al rojo, al rosa. Eso solo puede ser posible gracias a ti y solo a ti mi amadísimo Señor Jesucristo. 

Quiero agradecerte infinitamente por el cambio de vida que nos permites tener a todos nosotros tus hijos alrededor del mundo entero, porque solo tú puedes lograr cambiar lo horrible por lo maravillosas hermoso.

Quiero agradecerte inmensamente por ayudarnos a todos nosotros a tomar las cosas de la manera correcta, a superar los momentos malos y recibir los momentos buenos gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo. Te lo agradezco por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Gracias oh, mi Dios, mi Señor, amor de mis amores, por tanto, amor. Gracias por la pureza de tu abrazo, gracias por ese cariño enorme y sincero que nos regalas a diario a todos nosotros tus hijos alrededor del universo entero. Te lo agradezco por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado.  Hasta mañana. 

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