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lunes, 19 de septiembre de 2022

MI CARTA DOS MIL SETECIENTOS NUEVE A DIOS



Buenas tardes, mi Dios adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 2709.

Pero antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.

Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo mi amor.

Y para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy.

Y también quiero suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros larga vida y salud física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar esta carta para pedirte perdón. Dios de mi vida, yo te suplico con todo mi corazón por no haber entendido todas las cosas que me estabas diciendo a través de todas las personas que me diste para amar en este mundo a cerca de todos mis errores cometidos durante casi toda mi vida y por los que ahora estoy pagando. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi amor, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones porque toda mi vida estuve equivocada en cuanto a que yo era una buena madre, que era una buena persona, que ayudaba a todo el mundo, cuando en realidad eso no era verdad. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Hoy, finalmente, después de escuchar tantas cosas negativas con respecto a mi persona, a lo que fui en el pasado, a lo que aún soy en el presente, a todas mis grandes equivocaciones en la crianza de mis hijos, a las veces que los castigue cuando eran pequeños, a las veces que los humille o que les condicione la ayuda a que hicieran o dijeran solo lo que yo les exigía, a la ayuda económica que les di a mis hermanos y que solo significaron para ellos dinero y por lo que ahora ninguno de ellos me hable.

Hoy, te suplico con todo mi corazón, con las fuerzas que gracias a ti y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo aún me quedan que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por todas esas cosas malas use hice y que aun hago porque ahora sé que, si es tu voluntad que yo esté atravesando por los momentos dolorosos que ahora atravieso, es porque tu necesitabas que yo me diera cuenta de que en realidad no soy ni la buena madre, ni la buena hermana, ni la buena amiga, ni la buena persona que yo decía que era. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial. Hoy, te agradezco con todo mi corazón porque, aunque no soy buena, tú me has perdonado y me has abierto los ojos para entender y aceptar las consecuencias de no ser una buena madre ni persona. Todo este tiempo yo me preguntaba el porqué del maltrato de mi hijo menor hacia mí, porque su mente se había cambiado tanto, y ahora, tristemente debí asumir que yo soy la culpable de que su mente se hubiera quedado en el pasado y que me odie por todo lo que lo hice sufrir.

Dios de mi cielo, quiero que sepas que me arrepiento de todo corazón por todo lo que hice, por ser como fui, por ser como soy y te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones, y me des la oportunidad de cambiar. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi corazón, si es tu santísima voluntad que mi hijo menor sea el encargado de hacerme pagar con su desprecia por todo lo que yo lo hice sufrir cuando era un niño, yo lo acepto y me quedaré alejada de él, y te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor permitas que él se mejore, aunque yo no pueda volver a hablar con él. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi alma, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor no me dejes sola ni me dejes de amar, aunque yo no sea digna de ese inmenso amor que tú me das. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial. Dios de mi vida, yo te prometo aceptar mi destino sin decirle nada a nadie y comenzar a ser esa persona que si merece ser llamada hija tuya. Te lo prometo por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.

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