Buenos días mi Diosito
adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta
número 2339.
Pero antes que nada
quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE
MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER
LLAMADA HIJA TUYA.
Gracias por la vida,
gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias
por todo, mi corazón, gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las
fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial.
Y para cumplir con
una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los
pecados que he cometido hasta hoy.
Y también quiero suplicarte
que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con
tu inmenso y puro amor, por favor nos regales a todos nosotros larga vida y
salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias,
mi adorado padre celestial.
Dios de mi vida, Dios
de mi amor, Dios de mi cielo, mi corazón, hoy quiero dedicar esta carta para
decirte gracias. Dios de mi vida, creo que no me alcanzará la vida para
agradecerte suficientemente todo lo que hiciste, haces y harás por mi cada día que,
gracias a ti, me permites disfrutar en este mundo. Tu mi Diosito adorado
tomaste mi existencia vacía y la llenaste de amor, tu le diste un real sentido
a mi vida y tú, con tu inmenso amor, dedicación, ternura y cariño, limpiaste de
mi todas mis impurezas para que yo sea una mejor persona. Hoy te digo gracias,
mi adorado padre celestial, por perdonarme y por permitirme cambiar. Te lo
agradezco por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.
Dios de mi amor, gracias
a ti y solo a ti, el domingo pude demostrarte, aunque fuera mínimamente que tu
estas por encima de todo y de todos y gracias a ti, mi corazón se llenó de alegría.
No puedo dejar de sentirme mal porque casi siempre puse por encima de ti todas
las cosas, las que hacía, las que decía, puse por encima de ti mis sentimientos
y acciones humanas, pero ahora, gracias a ti mi Diosito dorado eso ha cambiado
y espero en ti, que, si es esa tu santísima voluntad, tu me regales mucha vida
y salud, para tener innumerables oportunidades para seguir demostrándote con
hechos que tu mi Diosito adorado estas por encima de todo y de todos en este mi
mundo. Te lo suplico por tu inmenso amor y te doy gracias, mi adorado padre
celestial.
Dios de mi cielo, tu
eres la mejor parte de mí, eres quien hace que mi existencia tenga un real
sentido y eres quien convierte todo lo negativo en cosas extraordinariamente
positivas. Gracias Dios de mi alma, por todo lo que me das, por amarme como me
amas y por concederme la bendición de poder amarte y demostrarte, a la medida
de mis posibilidades humanas, cuanto yo te amo y cuan arrepentida estoy por no
haberte puesto a ti por encima de todo y de todos desde que tuve uso de razón.
Te lo agradezco por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.
Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Hasta mañana.
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