Buenos días mi Diosito
adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta
número 3433.
Pero antes que nada quiero
decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI
CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER
LLAMADA HIJA TUYA.
Gracias por la vida,
gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias
por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las
fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo, mi amor.
Y para cumplir con una de
las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados
que he cometido hasta hoy.
Y también quiero
suplicarte que, si mes esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros
corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros
larga vida y salud, fisica, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te
doy gracias, mi adorado padre celestial.
Dios de mi vida, Dios de
mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar
esta carta para decirte tantas cosas. Dios de mi vida, nuestros pensamientos,
palabras y acciones van dejando huellas en el corazón del hombre que se quedan
para siempre como cicatrices incurables. Para la humanidad es casi imposible
perdonar las ofensas, porque pequeñas y grandes ofensas hieren, lastiman y
dejan un dolor que no se cura. Sin tu presencia dentro de nuestro corazón seria
imposible olvidar y perdonar y a veces, aun sabiendo que tu estas dentro de
nuestro corazón para curarlo de todo dolor, se nos hace fácil continuar con el
odio acumulado en lugar de asirnos de tu brazo para ser felices a pesar de las
ofensas recibidas.
Tu mi amadísimo señor Jesucristo
me trajiste a este país para cambiar de mí todas esas cosas que me ataban a una
humanidad infeliz, me enseñaste que debo ser humilde y dejar el orgullo que me
caracterizaba para poder merecer tu amor.
Hoy sigo siendo esa
persona orgullosa, tal vez mas herida, tal vez mas débil, pero aun no permito
que se me diga nada que me hiera porque en el momento en el que me hieren se me
olvidan no solo las promesas que te hice de no pelear, de ser humilde, de
quedarme callada, sino que debo ser mejor persona que aquella persona que me
esta ofendiendo.
En el trabajo aun me
ofendo con los gritos frustrados de los usuarios, en el hogar aun no he podido
superar el dolor que me producen los malos tratos y las criticas constantes de
mi esposo.
Hoy, gracias a ti y solo a
ti mi amadísimo señor Jesucristo puedo decir que, por lo menos, en lo que respecta
a mis hijos, aprendí a perdonarlos, a entenderlos, a dejar de criticarlos y a
amarlos mas a ellos de lo que me amo a mi. Eso solo fue posible gracias a ti y
solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo. Ahora solo me falta poder ponerte a ti
y solo a ti mi amadísimo señor Jesucristo por encima de todo y de todos,
incluso por encima de mi misma. Me falta demostrarte que, es mas grande mi amor
por ti que mi deseo de defenderme de las agresiones. Oh, mi amadísimo señor Jesucristo,
hoy te suplico con todo mi corazón que, si es esa tu santísima voluntad, por
favor me ayudes a lograrlo, no solo para demostrarte cuanto yo te amo, sino
para merecer ese tu inmenso amor que recibo de ti cada día, todos los días.
Te amo mi Diosito adorado,
gracias por todo lo que me has dado. Gracias por tanto amor. Hasta mañana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario