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jueves, 4 de abril de 2024

MI CARTA TRES MIL DOSCIENTOS SETENTA Y DOS A DIOS

 



Buenos días mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 3272.

Pero antes que nada quiero decirte gracias, POR TU INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.

Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo, mi corazón. Gracias, gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón mi adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo, mi amor.

Y para cumplir con una de las tantas promesas que te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy.

Y también quiero suplicarte que, si es esa tu santísima voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por favor nos concedas a todos nosotros larga vida y salud, física, mental y espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo, Dios de mi corazón y de mi alma, hoy quiero dedicar esta carta para pedirte perdón. Dios de mi vida, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por haberme quedado sin trabajo aun a sabiendas de que necesitaba el dinero para apoyar a mi hijo con el arriendo. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Dios de mi amor, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por discutir con todas esas personas y poner una queja porque me discriminaron por mi marcapasos. Tal vez yo lo hice en revancha o para vengarme y eso es de lo que yo me arrepiento. Te suplico que me perdones por el miedo que me dio cuando estaba en esa oficina, porque me sentí mal pero no estoy segura si fue a causa de mi marcapasos o de mis molestias estomacales y porque me llene de miedo para regresar hasta allá y volver a intentar mantener mi empleo. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Dios de mi cielo, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por no servir para nada. Ahora debo afrontar las consecuencias de mis actos y solo te suplico que me perdones y que por favor no me dejes sin el dinero para ayudar a mi hijo. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.

Dios de mi corazón, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por perder el empleo que me ayudaste a conseguir y no actuar de manera diferente. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial. Dios de mi alma, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por dejarme llevar por el miedo, por el temor a las cosas que afectan mi marcapasos, por dejarme llevar por la idea de que ya no quiero volver a pelear por el transporte con mi esposo y por haber pensado erróneamente que este trabajo podía cambiarse de presencial a remoto sin ningún problema. Te suplico que me perdones por tu inmenso amor mi adorado padre celestial.

Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que me has dado. Gracias por tanto amor. Hasta mañana.

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