Buenos días mi Diosito adorado, hoy estoy aquí, únicamente
gracias a ti, escribiendo para ti, la carta número 2500.
Pero antes que nada quiero decirte gracias, POR TU
INMENSO AMOR, POR TU DIVINA PRESENCIA DENTRO DE MI CORAZÓN, POR SER MI PADRE
ADORADO Y POR CONCEDERME EL ENORME HONOR DE SER LLAMADA HIJA TUYA.
Gracias por la vida, gracias por la salud, gracias
por regalarnos la luz de un nuevo día, gracias por todo, mi corazón, gracias,
gracias, gracias, mi amor. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón mi
adorado padre celestial. Te amo, te amo, te amo, mi amor.
Y para cumplir con una de las tantas promesas que
te hice, quiero pedirte perdón por todos los pecados que he cometido hasta hoy.
Y también quiero suplicarte que, si es esa tu santísima
voluntad, además de llenar nuestros corazones con tu inmenso y puro amor, por
favor nos concedas a todos nosotros larga vida y salud, física, mental y
espiritual. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre
celestial.
Dios de mi vida, Dios de mi amor, Dios de mi cielo,
mi corazón, hoy quiero dedicar esta carta para pedirte perdón. Dios de mi vida,
yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones por
las peleas que he tenido todos estos días con mis hijos. Ellos dicen que mis
palabras los lastiman demasiado, que toda la vida los maltraté psicológicamente,
y yo siento dentro de mi corazón que eso no es verdad. Sin embargo, tu mi Diosito
adorado eres el único que sabe si yo cometí ese error tan grande y si es así,
yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad, por favor me perdones. Te
lo suplico por todos los errores cometidos con mis hijos, por las palabras hirientes
que les dije y que nunca me pudieron perdonar. Te lo suplico por tu amor y te
doy gracias, mi adorado padre celestial.
Dios de mi amor, yo te suplico que, si es esa tu santísima
voluntad, por favor me perdones por las heridas que cause, por haber lastimado
tanto, por haber dañado tanto y por no haber sido una persona buena durante
mucho tiempo. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre
celestial.
Dios de mi cielo, yo te suplico que, si es esa tu santísima
voluntad, por favor me perdones por los sentimientos de rabia que me producen
las palabras hirientes de mis hijos y por no saber calmarme para no responder hiriéndolos
más. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre celestial.
Dios de mi corazón, yo te suplico que, si es esa tu
santísima voluntad, por favor me perdones por no cumplirte la promesa de
quedarme callada cuando me parece que las cosas no están bien y por tomar en
mis manos la misión de enseñar y de educar a mis hijos, ahora que ya no es
tiempo de hacerlo. Te lo suplico por tu amor y te doy gracias, mi adorado padre
celestial. Dios de mi alma, yo te suplico que, si es esa tu santísima voluntad,
por favor me perdones por ponerme a llorar y sentirme mal cuando peleo con mis
hijos, en lugar de estar feliz y agradecida porque tu mi Diosito adorado me das
tanto amor, me mantienes viva, firme y de pie a pesar de todo lo malo. Te lo
suplico por tu amor y te doy inmensas gracias, mi adorado padre celestial.
Te amo mi Diosito adorado, gracias por todo lo que
me has dado. Hasta mañana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario